viernes, 5 de enero de 2024

Hands of Time, A Watchmaker's History - Doctora Rebecca Struthers - HarperCollins, primera edición para USA, 2023

Empiezo por los datos técnicos, pues luego, me parece, olvidaré hacer mención de ellos. 
El protagonista de esta reseña es el libro de Rebecca Struthers 'Hands of Time', pero en la edición de HarperCollins para Estados Unidos y Canada, primera edición en USA de 2023.
La primera edición original en Inglaterra es de 2023 y corrió por cuenta de Hodder & Stoughton (e impreso por Hachette, UK); el libro posee dibujos originales de Craig Struthers (marido de Rebecca); y fotos de Andy Pilsbury. En todos los casos, son libros de tapa dura, y muy buena calidad de papel. 
Existe una serie limitada de libros autografiados por Rebecca, Ruth Tappin, Craig Struthers y Andy Pilsbury, los llamados "Gilded Edition", pero a ellos no he tenido acceso, lamentablemente. 

Y ahora sí, voy al grano.

Antes de escribir esta reseña, me dediqué a leer lo que otros colegas escribieron sobre el libro de Rebecca Struthers. Lo hice por curiosidad; y más que nada, para saber si sus impresiones y análisis coincidirían con los míos. Pues no, no han coincidido. Y debo agregar que algunos colegas no se han esforzado mucho en trazar una reseña sobre 'Hands of Time'. Muchas de las reseñas que leí se parecen muchísimo a la nota de prensa que la editorial adjuntó con el libro; y otros colegas, directamente, parece que no leyeron el libro (o si lo leyeron, no se nota).

Rebecca Struthers, PhD ( y en lo que constituye su debut comercial en la mágica aventura de publicar en papel), escribió un libro triste. Sí, es un libro triste, pero con una luz muy intensa y mucha energía condensada. El libro es triste, pero rezuma alivio, amor y dedicación absoluta por aquello que los relojes, la historia del tiempo y la investigación han generado en un ser tan fuerte, potente y vulnerable como lo es esta bella mujer de Birmingham. 

Pero más que un libro, lo sentí como una confesión, un soliloquio en voz alta y con amplificador que escenifica la catarsis de una mujer de mediana edad que sufre, que está cansada, que sobrelleva una enfermedad crónica (esclerosis múltiple) con entereza; y que no tiene problemas en señalar los múltiples errores que cometió en su vida. Siento que ella, en ese monólogo casi despellejado en el que somos testigos y escuchas, nos invita a caminar por los bosques (los mismos que hay cerca de su casa) mientras salpica su discurso de anécdotas e historias sobre relojería y las sazona con confesiones e intimidades (con salto al vacío incluido) sobre cosas que le pasan y han pasado, sus miedos, sus tropiezos y la constante lucha para salir a flote.

Rebecca fue una chica nacida en el seno de una familia de trabajadores en un barrio pobre. Ella fue una niña problemática, callada, aislada y áspera que soñaba con ser cirujana o patóloga; pero que el destino la llevó a estudiar joyería; y la joyería conjuró para que conozca a Craig, su marido (compinche, amante, socio, binomio artístico, catalizador). De la joyería dio el salto, con el apoyo de Craig, a la relojería. Y de allí, a la inmensidad.

En su libro Rebecca no trata de machacarnos sobre los orígenes de la horología, no trata de martillar hitos sobresalientes de la relojería y las Ciencias del Tiempo; más bien, ella nos revela, suavemente y con una escritura sencilla y clara, el hilo conductor de algunos hechos que han incidido en cuándo y por qué la humanidad fue cambiando la percepción del tiempo de acuerdo a determinados acontecimientos y contextos. Lo curioso, en todo caso, es que al analizar y explicar los datos históricos, bibliográficos, las citas, alusiones, explicaciones y derivaciones que realiza para enlazar los temas sobre relojería y horología, Rebecca bosqueja una columna vertebral conceptual, paradójica y descarnada; y esa columna es ella, su mundo, su vida. 

La sensación espacial y temporal que me ha dejado el libro es la de haber sido participante de una conferencia informal y distendida en un denso bosque de Staffordshire en el que estaríamos presentes ustedes (lectores); ellos (los Struthers) y el animoso perro Archie; y mientras caminamos y el perro corre, Rebecca sigue hablando sobre cuestiones históricas, técnicas y anecdóticas, navegando libremente entre los espíritus de Galileo, Su Song, Al Jazari, Gemma Frisius, Harrison, Breguet y otros. 
Pero lo verdaderamente importante, en mi opinión, es que ella ha combinado su andadura en la vida con la magia de los mecanismos que tan bien conoce, y ha logrado amalgamar en este libro todo aquello que deseaba decir, tanto sobre sí misma, su amado Craig, sus mascotas, y el mundo tal y cómo lo percibe.

Rebecca es distinta, transgresora, divergente, y lo sabe: le gustan los Casio (son sus relojes de uso diario); no guarda formalidad en su taller (que para horror de muchos, está custodiado por su perro Archie); no tiene una innata capacidad para hacer negocios lucrativos, o hacer rimbombantes relaciones públicas, o manejar el stress. Como ella misma nos cuenta, el matrimonio ha pasado indecibles problemas económicos (al punto de estar en bancarrota durante mucho tiempo, y sin posibilidad, siquiera, de poder pagar lo mínimo indispensable); han pasado privaciones; han pasado por situaciones de enorme estrés. Y sin embargo, allí están, los Struthers: siguen adelante, sea como sea, y con la consigna de llevar la relojería artesanal al máximo grado de perfección. Ellos son conscientes que jamás harán dinero con su método artesanal de trabajar; y son conscientes de la enorme energía que se va y que gastan para que cada pieza que encaran como proyecto posea lo mejor de ellos.

Les confieso que no entendí el título del libro de Rebecca Struthers hasta que terminé de leer el volumen. Y me parece un título apropiado, luego que pude asimilar todo aquello que Rebecca nos cuenta en sus intensas, vibrantes y maravillosas páginas bellamente ilustradas por Craig, la otra parte de esta historia.

 "Hands, on Time - A Watchmaker's History" (Las manos en el Tiempo - La historia de los Relojeros) no se refiere explícitamente, casi, a la historia de los grandes maestros de todos los tiempos (de los que, por supuesto, ella hace un excelente repaso y referencia); sino que más bien alude a ella, a Craig, y todo ese minúsculo grupo de artistas-artesanos-maestros relojeros que tratan de sobrevivir, reivindicarse y no desaparecer. 

Rebecca y Craig son eximios artistas-artesanos-maestros relojeros; son reconocidos y admirados por colegas y aficionados; y han logrado, finalmente, el reconocimiento (aunque con las finanzas estén, a veces, a los tumbos). El libro es intenso, profundo, visceral; en sus páginas Rebecca se clava un cuchillo, se abre las entrañas y se muestra tal y cómo es. ¡Qué enorme riesgo! Y qué enorme desafío. 

Esta mujer no ha tenido el camino fácil; la poca suerte, el entorno adverso y los prejuicios (que existen, y son evidentes en el ámbito relojero) le jugaron en contra. Por eso, el áspero y accidentado camino hacia su Doctorado en Horología es mucho más un punto de partida, que un final. El precio social, físico y mental que ha pagado (y sigue pagando) para estar en la cima de su profesión no tiene nombre, y no hay cómo medirlo. 

Dos comentarios finales de mi parte.
El primero: la dedicatoria es hermosa, ya que dos seres muy queridos por Rebecca pasaron a la eternidad durante el transcurso de la publicación. 'Hands of Time' está dedicado a la memoria de Adam Phillips, el famoso cajista-artesano, el último que existía en Inglaterra de manera independiente; y está dedicado a la memoria de Indy, su gata, que la acompañó a Rebecca durante el proceso de escritura.
Y el segundo: que ella haya elegido como tema de tu PhD investigar sobre el auténtico/falso John Wilter y los relojes truchos hechos en Suiza para el mercado Holandés es una declaración de principios, un argumento en el más áspero plano filosófico, y una razón de ser.

Bravo, Rebecca.

Bravo.






 


lunes, 1 de enero de 2024

Lotus 27, auto a cuerda de estética vintage fabricado por MS, modelo MS 222

No soy coleccionista de autitos a cuerda, pero reconozco que esta pieza se me tornó irresistible cuando lo vi por primera vez. Ya conocía el modelo por otras versiones y modelos de la misma empresa ( MS es una empresa china que fabrica juguetes a cuerda con estética vintage con marca propia y para terceros); pero mi preferido sigue siendo el modelo MS 222.

La estética de este precioso juguete a cuerda remite a los famosos prototipos de autos de carrera fabricados por Lotus en los '60. Un poco estudiando los modelos de los autos de competición de Lotus (los famosos y antológicos Lotus 12, 16 y 18); encontré que este MS 222 es un homenaje libre y bastante naif a un Lotus 16 ( que salió a las pistas en 1959).

Cabe destacar que este no es un juguete vintage; y tampoco es un juguete destinado para niños. La comercialización de este tipo de reediciones de juguetes a cuerda y con estética vintage está destinado al público adulto.